El reino nazarí de Granada
A pesar de estar aislada del norte de África desde 1350, Granada supo explotar la rivalidad castellano-aragonesa y las crisis internas de Castilla para alcanzar su máximo esplendor cultural -Alhambra- y político. Sin embargo, la dependencia exterior de su floreciente economía -sedas, textiles- y una nobleza tan levantisca como la cristiana precipitó la decadencia nazarí durante el siglo XV.
Tras el buen gobierno de Yusuf I (1333-1354), sobresalió la figura de su hijo Muhammad V (1354-1359 y 1362-1391), aliado de Pedro I de Castilla y enemigo de Pedro el Ceremonioso, quien patrocinó las entronizaciones de los incapaces Ismail II (1359-1360) y Muhammad VI el Bermejo (1360-1362) durante la Guerra de los Dos Pedros.
En su segunda etapa (1362-1391) Muhammad V protagonizó un reinado de paz, prosperidad, auge cultural y fortalecimiento militar -recuperación de Algeciras (1369-1379), Ronda, Gibraltar y Ceuta (1382-1386)-.
Al final del siglo; con Yusuf II (1391-1392) y Muhammad VII (1392-1408) se inició un grave proceso de desestabilización política interna consecuencia de las luchas internas y problemas económicos derivados del progresivo aislamiento de Granada del mundo islámico y magrebí. Esta etapa coincidió también con una mayor agitación militar en la frontera.
El reinado de Yusuf III (1408-1417) sufrió la reactivación militar castellana, cuya consecuencia más grave fue la pérdida de Antequera ante el infante Fernando (1410). Las derrotas de la minoría de Muhammad VIII y el descontento provocaron la revuelta nobiliaria del linaje de los Banu Sarrag (Abencerrajes), que entronizaron a Muhammad IX el Izquierdo o el Zurdo (1419-1427). Las luchas entre dos bandos de la familia real (Zegríes y Abencerrajes), que comenzaron entonces, abrieron un periodo de inestabilidad interior que Granada no sería capaz de superar.
Con Muhammad IX el Zurdo (1419-1427; 1430-1431; 1432-1445 y 1447-1453) el reino fue alterado por continuos enfrentamientos dinásticos y periódicas ofensivas castellanas. Entre 1427 y 1429 Muhammad VIII recuperó el trono de la mano del clan de los Bannigas (Venegas), pero fue asesinado al cabo de dos años y Muhammad IX regresó al poder.
El gobierno de Álvaro de Luna supuso la reanudación de las ofensivas castellanas (1430-1439), que produjeron graves derrotas- Higueruela (1431)-pero la escasez de alimentos, disturbios y nuevas discordias nobiliarias atizadas por Castilla. Muhammad IX fue depuesto (1431) por el efímero Yusuf IV (1432). Pero, de nuevo se reanudan las luchas en Castilla y esto le dio un respiro a Granada, aunque en el interior se reprodujeron disputas.
En 1445 los Abencerrajes entronizaron a Muhammad X el Cojo (1445-1447), a lo que siguió un periodo de anarquía total y de lucha por el poder entre éste, Muhammad IX (1447-1453), Yusuf V (1445-1446 y 1446-1462), Muhammad XI el Chiquito (1448-1454) y Abu Nasr Sa'd (1454-1462 y 1464). Finalmente, en 1453 los castellaños y Abencerrajes impusieron a Abu Nasr Sa'd (1454-1462). En esta situación, la suerte de Granada quedó a merced únicamente de la prolongación de las guerras nobiliarias en Castilla.
El reino de Granada experimentó en esta etapa una efímera recuperación para caer enseguida en nuevas luchas sucesorias bajo la creciente presión de Castilla. Tras numerosas luchas internas, Muhammad IX el Zurdo recuperó el trono en 1453. Durante su última etapa de gobierno alternó el poder con Sa'd (1454-1462) y tuvo que afrontar la guerra de desgaste de Enrique IV (1455-1457) y las conquistas castellanas de Archidona y Gibraltar (1462). Este año Muhammad IX fue destronado por el breve Yusuf V (1462), sucedido por su hijo Abul-Hasán Alí o Muley Hacen (1464-85) con ayuda de los Abencerrajes.
Muley Hacen se impuso a sus aliados y a su hermano Muhammad ibn Sa'd (el Zagal) e inició un paréntesis de paz y prosperidad al calor del apoyo de sus súbditos y de la guerra civil de Castilla. Sin embargo, el final de la crisis castellana coincidió con la decadencia de Muley Hacen, preludio del fin.
En las Cortes de Toledo (1480) los Reyes Católicos decidieron reiniciar la guerra contra Granada siguiendo la vieja pauta de Fernando de Antequera, Álvaro de Luna y Enrique IV.
La empresa, de características tanto medievales como modernas, tuvo causas religiosas (fue una Cruzada teñida de mesianismo), políticas (ocupar a la nobleza, aunar a Castilla y Aragón en una empresa común) y económicas (golpear el comercio genovés, facilitar la navegación en el Estrecho).
La conquista de Granada (1480-1492), planteada como una guerra de desgaste, fue desde el primer momento la empresa prioritaria de los reyes, que estrangularon económicamente al emirato y se beneficiaron de la constante guerra civil por el trono entre Muley Hacen (hasta 1485), su hermano El Zagal (hasta 1489) y su hijo Muhammad XII llamado Boabdil (1482-1492).
Las campañas contra Granada comenzaron con la toma de Alhama en respuesta a la conquista nazarí de Zahara (1482).
Hasta 1485 los Reyes Católicos explotaron la rebelión de Boabdil y los Abencerrajes y ocuparon Álora y Setenil (1484).
A la muerte de Muley Hacen (1485), los cristianos conquistaron la región occidental del reino (Ronda, Loja, Illora).
Se produjo entonces la usurpación de El Zagal, que fue derrotado por Boabdil con ayuda castellana.
En 1487 las tropas cristianas conquistaron Málaga tras un duro asedio. En los dos años siguientes los castellano-aragoneses ocuparon la zona oriental del emirato (Vera, Mojácar, Níjar, Vélez Blanco y Vélez Rubio, Tabernas, Purchena; Guadix, Almería), destacando la conquista de Baza, la campaña más aura de toda la guerra. El Zagal se retiró entonces de la guerra (1489) y Boabdil quedó reducido a Granada, la Vega y las Alpujarras. En situación agónica la población de la capital se negó a rendirse, mientras los Reyes Católicos construyeron el campamento de Santa Fe como símbolo de su determinación. Tras llegar a un acuerdo con Boabdil, los cristianos entraron en Granada el 2 de enero de 1492.
La población mudéjar conservó vidas, religión y posesiones, pero desde 1500 debió optar entre la conversión o el exilio, convirtiéndose en la minoría morisca presente en la Península hasta el siglo XVII.
Con la conquista de Granada los Reyes Católicos pusieron fin a ocho siglos de cierto dominio político musulmán en la Península, concluyendo así el proceso secular que se conoce como Reconquista, (definida en gran medida como el eje de la evolución política, económica, social y cultural de los reinos ibéricos durante toda la Edad Media).